“PREPARAD LOS CAMINOS AL SEÑOR”

Mª Isabel Gozález del Valle a la izquierda y el P. Arnaiz S.J. a la con su sombrero de teja a la derecha

«PREPARAD LOS CAMINOS AL SEÑOR»

MISIONERAS DE LAS DOCTRINAS RURALES Es una Asociación católica de consagradas seglares que lleva trabajando por aldeas, pueblos y barrios marginales de España desde 1922.

Sus fundadores son:  EL BEATO TIBURCIO. TIBURCIO ARNAIZ S.I. Y MARÍA ISABEL GONZÁLEZ DEL VALLE.

Beato Tiburcio Arnaiz S.J.

Tiburcio Arnaiz Muñoz S.J. fue beatificado en la S.I. Catedral de Málaga el 20 de octubre de 2018, ceremonia presidida por el Prefecto de la Congregación de la Causa de los Santos el Cardenal Giovanni Angelo Becciu.

El P. Arnaiz nació en Valladolid en 1865 y entró en la Compañía de Jesús en 1902, siendo ya sacerdote.

Trabajó principalmente en Andalucía, sobre todo en Málaga. Era un celoso misionero popular que para paliar el abandono e ignorancia de las barriadas marginales de Málaga, en 1912, ideó poner una especie de escuelas, donde algunas  señoritas, dirigidas suyas, enseñaban con el más absoluto desinterés, las verdades fundamentales de nuestra fe y cultura general. En pocos meses, el conocimiento de Dios llevaba a aquellas gentes sencillas a desear vivir en gracia, correspondiendo al amor del Señor. Cuando el  P. Arnaiz los veía preparados organizaba una Misión Popular donde  muchos volvían a la fe, recibiendo debidamente preparados los Santos Sacramentos.

El  P. Arnaiz deseaba ampliar esta labor evangelizadora en las aldeas y pueblos; Pero para esto necesitaba almas que aceptaran trasladarse a vivir a estos lugares apartados durante meses o años, el tiempo necesario para instruirlos cultural y religiosamente; personas piadosas dispuestas a sacrificar no solo las comodidades materiales, sino  también los auxilios espirituales como la Santa Misa o la Comunión frecuente… ¡hacía falta mucha generosidad y entrega!

El P. Arnaiz confiaba y decía: “Cuando Dios quiere una cosa, manda las personas y los medios.”

Mª Isabel González del Valle

Y así fue. En 1921 se encuentra con María Isabel González del Valle, joven de la alta sociedad asturiana, que en 1920 había hecho Ejercicios Espirituales con el P. Pedro Castro S.J.; En ellos, con la generosidad y prontitud que la caracterizaban, decidió entregarse por entero a Jesucristo. Quería ir “con su casina a cuestas de pueblo en pueblo, para dar a conocer el Padre que tenemos”.

Pero el camino no iba a ser fácil: el P. Castro es destinado como misionero a las islas Carolinas. Antes de partir, parece ver con María Isabel, la Voluntad del Señor en que ella le acompañe para la evangelización en tierra de infieles. Como paso previo, deberá reunirse con una joven que tiene deseos parecidos y que, a la sazón, reside en Málaga.

En esta ciudad andaluza, María Isabel abre su alma al P. Tiburcio Arnaiz S.J., que era el director espiritual de la joven malagueña. Éste le presenta sus proyectos misioneros para  cortijadas y aldeas. Aquel encuentro, en enero de 1921, cambió el destino de María Isabel, pero no sus propósitos misioneros. A María Isabel se unieron un grupo de señoritas dirigidas del P. Arnaiz . y bajo la dirección de éste, comenzó la primera Doctrina Rural en la Sierra de Gibralgalia, en Málaga.

La muerte del P. Arnaiz en 1926 supuso una dolorosa prueba para la incipiente Obra misionera. Muchas de las primeras catequistas, al morir el Padre, abandonaron definitivamente las Doctrinas Rurales.

Grupo de catequistas con el P. Copado en la Sierra de Gibralgalia (Málaga) después de la muerte del P. Arnaiz. María Isabel es la tercera por la derecha

Consolidación

P. Juan Antonio Segarra S.J.

En 1933 quedan cuatro misioneras que, junto con María Isabel, están decididas a entregarse totalmente a este apostolado y viajan a Roma buscando apoyo, consejo y aliento para la Obra del P. Arnaiz. A muchos les parecía imprudente que señoritas jóvenes vivieran en poblaciones alejadas, sobre todo con la situación política y antirreligiosa que se estaba fraguando en España. En Roma conocieron al P. Juan Antonio Segarra S.J., encuentro providencial. El las sostendrá espiritualmente y las aconsejará con prudencia y acierto,  entendiend o perfectamente los fines, el espíritu y la necesidad de la Obra.

Dejando escritos los estatutos y recibidas amplias bendiciones del Santo Padre Pio XI, y de todos los obispos de las Diócesis donde habían trabajado, muere María Isabel en Jerez de la Frontera el 6 de Junio de 1937 en plena Cruzada Española. Dejando cuatro misioneras que manteniéndose fieles al espíritu de sus fundadores continuaron la Obra de las Doctrinas Rurales.

Desde la primera Doctrina en el año 1922 en la Sierra de Gibralgalia hasta el curso 2015-2016 las misioneras han trabajado ininterrumpidamente en  272 Doctrinas y 392 Misiones.

Doctrinas y Misiones 

  • Clases de manualidades para niños en una Doctrina actual

    Llamamos una «Doctrina» a la estancia de las misioneras, en un pueblo o barrio marginal, durante el tiempo necesario (desde unos meses, un curso o un par de años) para que sus vecinos tengan la oportunidad de instruirse en la fe católica, conociendo la vida del nuestro Señor Jesucristo, profundizando en las verdades dogmáticas y morales, prepararse para poder recibir debidamente los sacramentos de la Iglesia y llevar una vida de fe coherente.

En una Doctrina de los años 70

 

Se valen para ello de cualquier medio a su alcance. Al convivir con los vecinos les resulta fácil hacerse cargo de sus intereses y necesidades.

A la hora de elegir el lugar de trabajo siempre tienen preferencia los  más necesitados, que suele coincidir con zonas rurales o barrios marginales, pero también en cualquier población  en la que, por diversas circunstancias, se haya descuidado esta labor de formación cristiana o necesite de una renovación la vida parroquial.

  • Otro apostolado propio de esta Obra es preparar «Misiones populares«, adelantándose unas semanas a la llegada de los misioneros. En este tiempo visitan las casas, los colegios, localizan a los enfermos y se interesan por todos los grupos y necesidades de las parroquias, facilitando con ello la labor a los misioneros y que de esta pueda alcanzar provecho espiritual la mayoría de los feligreses.

Misionero repartiendo escapularios, en una Misión de los años 50

Rosario con la imagen del la Virgen en una misión actual

 

 

 

 

 

 

 

«Bien nos regala Dios cuando nos deja que le sirvamos en sus hijos». (P. Arnaiz)